Xavier Mandicó es un deportista de 42 años. A lo largo de su vida ha practicado deportes de riesgo como el parapente, ski extrem, heli-ski o el windsurf. Su práctica no tendría mayor importancia que en otros deportistas de no ser por un detalle: Xavier es ciego desde que perdiera la visión cuando tenía 26 años debido a una exposición elevada a las radiaciones solares en la alta montaña unido a una patología genética.
Sin embargo, esto no le ha impedido seguir practicando deporte y desde hace unos años practica el windsurf gracias a una metodología propia que le permite adentrarse en el mar en el batir de su vela, que ciñe a levante para dejar en la orilla a sus ojos en tierra, Maka (ojos, en hawaiano), un precioso labrador lazarillo adiestrado en Detroit que es un compañero ideal al que hay que sujetar para que no se lance al agua a seguir a su dueño.
Cuenta Xavi que no ha sido difícil desarrollar un método que le permita navegar. Ha desarrollado una metodología basada en la orientación y la confianza que Xavier deposita en su instructor, Héctor García, quien se encuentra al frente de la escuela Surf Center Arte y Vida, en Tarifa, donde conjuntamente con Xavi ha desarrollado este método que permitirá a más personas ciegas practicar este deporte.
Héctor acompaña a Xavi desde el garaje hasta la orilla, le va guiando y le apunta mientras Xavi porta la tabla y es guiado por Maka. Cuando llega a la orilla, libera a su perro del arnés de lazarillo y se convierte en un juguetón perro que se baña en la orilla. Mientras, Xavi se prepara, ajusta la vela a la tabla y junto a Héctor comprueba el sistema de emisora aquapacque será imprescindible para navegar. Así, con una cobertura de hasta 6 kilómetros, el deportista y su guía están permanentemente comunicados por radio.
Mandicó señala que para la navegación se deben de cumplir tres factores primordiales: Por un lado un buen material; el conocimiento del entorno y las condiciones climatológicas y, finalmente, un sistema de comunicación óptimo. El material no difiere en casi nada del convencional. Si acaso, una tabla de mayor dimensión y flotabilidad. En cuanto al conocimiento del entorno, es quizás la cuestión más importante. El deportista invidente debe recrear en su mente un mapa de situación que sea su referencia. Debe saber dónde están las zonas acotadas, los bañistas, otros deportistas, la dirección del viento o por dónde le llegan las olas. Las olas dan según Xavi, una información importantísima: "Existen referencias no visibles pero sí perceptibles", afirma.
Cuando Xavi se sube a la tabla y ciñe su vela hacia el sureste sus ojos son los de Héctor García. "La confianza es vital y se debe establecer una comunión total entre el deportista y su guía. La confianza es un tercio cuando se pierde la visión; es la base del desarrollo físico, biomecánico y psicológico", señala Mandicó, que ha protagonizado retos como recorrer 300 kilómetros entre Barcelona y La Escala o la travesía del Ebro.
Héctor recuerda cómo hace un año Xavi se presentó en su escuela y le dijo que quería navegar: "Pensé, ¿pero cómo va a navegar este hombre? Pero poco a poco me fue convenciendo, me transmitió serenidad y me demostró que no se trataba de ningún capricho frívolo. Lo primero fue hablar y hablar, explicarle el entorno, dónde estaba. A partir de ahí, poco a poco se fue metiendo en el agua y hoy en día es una referencia de superación y una demostración de que no hay nada imposible".
Fue en el 2005 cuando Xavier inició su proyecto de aprendizaje y guía en el windsurf. Desde entonces se ha trabajado hasta conseguir una metodología que garantiza la práctica para invidentes con las necesarias pautas de seguridad. Ahora la navegación experimenta alternativas para aplicarla a otros deportes como el paddel-surf o el kite.
Este informático reconvertido en fisioterapeuta y homeópata confiesa sentirse en plena libertad y adsorbido por miles de sensaciones cuando navega con su tabla. Y pretende que no sea un hecho extraño. No quiere ser una especie de héroe. No quiere ser el invidente que es capaz de hacer wind, sino que pretende que su experiencia sirva a personas que, como él, tienen una minusvalía para que eso no sea una cuestión que limite sus posibilidades. Viéndolo navegar queda constatado lo acertado de la máxima querer es poder. Xavier Mandicó quiere y además puede.
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